domingo, 18 de enero de 2009

La Responsabilidad Social de la Empresa Privada

El empresario exitoso normalmente sufre un profundo complejo de culpa. Siente que su éxito es ofensivo cuando existen millones de personas que viven en la pobreza. Siente que no ha hecho lo suficiente para contribuir a mejorar el bienestar de la sociedad. Sufre las recriminaciones de dirigentes políticos, sindicales y sociales que lo responsabilizan de la pobreza de muchos de sus conciudadanos.

Me resulta muy difícil entender la supuesta responsabilidad o culpa del empresario exitoso en relación a los males de la sociedad. Cuando pienso en las recriminaciones que reciben esos empresarios, siempre pienso en el portugués del abasto. Satisface eficientemente las necesidades de sus clientes, crea decenas de empleos directos e indirectos, paga más del treinta por ciento de sus ganancias al Estado mediante el impuesto sobre la renta, sirve como agente de recolección de otros impuestos para el Estado y soporta estoicamente el acoso del SENIAT, el INDECU y muchas otras agencias gubernamentales. ¿Qué más le podemos pedir?

Por eso me pregunto ¿De qué es culpable el portugués del abasto? ¿Qué más tiene que aportar a la sociedad venezolana? ¿Quién aporta más a nuestro país? ¿Nuestro amigo el portugués o los funcionarios públicos? ¿Nuestro amigo el portugués o el dirigente sindical? ¿Nuestro amigo el portugués o el Presidente del Consejo Comunal? Para mí la respuesta es muy clara. Ninguno de los que vocifera contra el portugués del abasto puede compararse con nuestro amigo.

Entonces ¿Por qué se le exige una responsabilidad social al portugués y a todos los empresarios exitosos? Ciertamente muchos empresarios exitosos van mucho más allá ya que hacen cuantiosas donaciones a instituciones benéficas. No obstante, nadie tiene derecho alguno a exigírselas ya que su contribución social mediante su actividad empresarial, en el sentido más estricto, supera a la que realiza cualquiera de los habituales críticos del empresariado.

En efecto, si existe un Estado Social que cobra altos impuestos a los empresarios y que tiene como deber garantizar el bienestar de los más necesitados ¿Por qué el portugués tiene que compartir las responsabilidades de los funcionarios públicos? ¿Por qué los gobernantes de turno tienen que usar a los empresarios exitosos como chivos expiatorios de su ineptitud? Al fin y al cabo, los funcionarios públicos no crean riqueza alguna, sino que se limitan a tratar de administrar los impuestos que cobran a todos los ciudadanos. Si esos funcionarios son incompetentes, que asuman su responsabilidad y que dejen tranquilo al lusitano. Si no son capaces de cumplir sus promesas, por lo menos que no destruyan el abasto del portugués.

Ante ataques tan feroces, las empresas han asumido que tienen una responsabilidad social que las obliga a gastar parte de sus recursos en proyectos para el supuesto bienestar colectivo. Aunque esa iniciativa sea moralmente loable, tiene funestas consecuencias económicas y sociales. En efecto, el único objeto de una empresa debe ser la maximización de las utilidades para sus accionistas. Si alguien tiene alguna duda que consulte la legislación comercial y los estatutos de cualquier sociedad mercantil. Si se disminuyen las utilidades de los accionistas al desviar recursos para el cumplimiento de los llamados proyectos de responsabilidad social, se atenta contra la fortaleza y crecimiento de la empresa lo cual perjudica todos los beneficios sociales que naturalmente genera la auténtica actividad empresarial.

Si los accionistas deciden donar la totalidad de los dividendos que reciben de la empresa, ello no sólo es moralmente elogiable sino que además no interfiere en el funcionamiento normal de la empresa. Además, no se refuerza la falaz idea de que la empresa tiene una responsabilidad social diferente que el cumplimiento de sus obligaciones legales.

Lamentablemente, los ataques contra la empresa privada son tan feroces que las contribuciones a proyectos de responsabilidad social empresarial pueden terminar convirtiéndose en una inversión en materia de relaciones públicas e imagen corporativa para muchas empresas. No obstante, por mucho que inviertan en esos proyectos, jamás lograrán apaciguar a los críticos de la empresa privada. En efecto, esos críticos se alimentan de la envidia y de un discurso anticapitalista que no se puede apaciguar con paños calientes.

Cuando el Presidente Chávez anuncia la nacionalización de una empresa, poco importa el dinero que esa empresa haya invertido en responsabilidad social empresarial. Los enemigos del capitalismo siempre creerán que una empresa generará mayores beneficios sociales en manos del Estado. Y por otra parte, jamás he visto a los beneficiarios de esos proyectos de responsabilidad social empresarial salir a defender a una empresa privada ante una nacionalización.

¿El portugués del abasto de su barrio no invierte en responsabilidad social? Bueno, la verdad siempre he creído que ellos son el modelo de empresario que debemos seguir. Así, como son tan naturalmente inteligentes, no hacen el papel de tontos útiles gastando dinero en proyectos que la mayoría no agradece.


Javier Padrón Aguirre

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