domingo, 28 de diciembre de 2008

La Enmienda Constitucional: La Democracia contra el Estado de Derecho

Debo dejar claro que considero que la propuesta de enmienda constitucional viola la Constitución. No obstante, creo que el debate legal en este caso es subalterno ya que nos encontramos ante un problema político que ejemplifica, una vez más, como se ha está usando la Democracia para destruir el Estado de Derecho, tal como se hizo con la convocatoria a una Asamblea Constituyente para derogar la Constitución de 1961.

La noción de Estado de Derecho es esencialmente liberal y burguesa. Fueron los burgueses quienes para su propio beneficio les arrebataron la Libertad a los monarcas absolutos. Posteriormente, el disfrute de la Libertad fue extendido a toda la población. Por ello aunque le duela a muchos, el espíritu de la Libertad es y será esencialmente burgués.

En su concepción original, el Estado de Derecho comprende: (i) el principio de separación de poderes (ii) la existencia de derechos fundamentales que constituyen esferas inmunes a la actuación del Estado (iii) la existencia de un poder judicial autónomo e independiente que proteja esos derechos fundamentales (iv) el principio de separación entre Estado y Sociedad y (v) la alternabilidad y la despersonalización del poder.

El Estado Social y Democrático de Derecho consagrado en nuestra Constitución, reconoce y acepta el contenido del Estado Liberal-Burgués de Derecho, salvo el principio de la separación entre Estado y Sociedad ya que le otorga el Estado el rol de configurador o arquitecto de la Sociedad. Si ello es compatible con la Libertad es objeto de extensos debates, pero escapa de esta reflexión.

Ahora bien, lo que estamos viviendo con la propuesta de enmienda es un intento de destruir uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho: la alternabilidad y la despersonalización de poder. Sin embargo, ese intento trata de recurrir a una fuente de legitimidad que a los dirigentes de la oposición les cuesta mucho cuestionar: la Democracia, o en otras palabras, la posibilidad de que la mayoría la respalde a través de un referendo.

Los defensores de la propuesta de enmienda señalan que la posibilidad de reelegir sin limitaciones al Presidente de la República es una legítima expresión de la soberanía popular ya que es el voto del pueblo el que libremente decidirá si el Jefe del Estado permanece en el poder cada vez que se postule. Así, señalan que la prohibición de reelegir al Presidente de la República más de una vez es profundamente antidemocrática porque limita la voluntad del soberano.


Ante ese planteamiento, quienes defienden la Libertad deberían dar una respuesta contundente y señalar que esas limitaciones son efectivamente antidemocráticas, pero que son absolutamente legítimas porque son la expresión de un valor superior, el Estado de Derecho, el cual impone la alternabilidad y la despersonalización del poder como garantía de la Libertad.

No podemos seguir aceptando que se legitime cualquier decisión política en base al apoyo de la mayoría. Semejante proceder no haría más que legitimar cualquier atropello contra la Libertad. La mayoría no tiene derecho a (i) desconocer los derechos fundamentales de las personas que no se identifican con las decisiones de esa mayoría (ii) legitimar a un poder judicial dependiente y subordinado (iii) borrar cualquier límite entre Estado y Sociedad y convertir a los individuos en instrumentos del Estado (iv) i) concentrar el poder público en un solo funcionario o (v) perpetuar en el poder a ese funcionario. En otras palabras, la Democracia no puede ser usada para destruir el Estado de Derecho.

La mayoría de los políticos e intelectuales le atribuyen a la Democracia contenidos que le son extraños y que histórica y políticamente le pertenecen al Estado de Derecho. Lo hacen por sus perjuicios antiliberales y anti-burgueses. Lamentablemente, ese garrafal error intelectual los deja desarmados ante ataques contra la Libertad como la propuesta de enmienda.

Ojalá rectifiquen antes de que la Democracia destruya completamente el Estado de Derecho. En caso contrario, luego veremos con profunda tristeza como usarán el Estado Social para enterrar la Democracia. Cuando ello ocurra, reconocerán que la antigua Libertad de los burgueses es el valor superior de una sociedad civilizada, pero ese reconocimiento habrá llegado demasiado tarde.

Javier Padrón Aguirre

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